De pequeño era el niño del apellido raro: Krotoschiner. Hasta que su padre lo cambió por Kroto, y entonces se convirtió en el chico de apellido que parece japonés. En el colegio se sentía tan fuera de lugar “como si hubiera llegado del espacio exterior…. o el resto de los niños vinieran de allí excepto yo”. Y aunque asegura que “quería ser Superman y no un científico”, en realidad Harry quería ser artista.
“Desde niño he dibujado, como todos los niños. Pero mis profesores se dieron cuenta de que me gustaba especialmente el arte y me dieron clases extra”, relata este químico de 72 años con una sonrisa encantadora a Cóctel de Ciencias durante la 61ª reunión de nobeles en Lindau. “También recibí clases extra de química. Estos dos profesores detectaron cuáles eran mis habilidades y las potenciaron. Eran buenos profesores”, subraya. Sin duda sus maestros dieron en el clavo.
El descubrimiento de los fulerenos le obligó a aparcar definitivamente su faceta artística, a la que ahora dedica su poco tiempo libre. En 1996 recibió el premio Nobel, junto a los también químicos Robert F. Curl Jr. y Richard E. Smalley, por descubrir estos compuestos de carbono con forma de balón. Son las estructuras químicas más originales y simétricas que se conocen.
“Nadie esperaba que estos compuestos existieran, ni siquiera nosotros. Nos dimos cuenta de lo importantes que eran después de descubrirlos”, explica. “Fue un accidente, algo muy excepcional, no tuvimos ninguna visión previa sobre su existencia. Simplemente fuimos buenos científicos que eligieron el experimento correcto en el momento adecuado”, reconoce con displicencia.
Kroto cree que “todo lo que implique un proceso creativo es una forma de arte. La química lo es. Y más que otras materias porque el aspecto visual de las moléculas a veces es muy bello”. Razón no le falta. Los fulerenos son obras de arte de la naturaleza.
Los dibujos de Kroto son de lo más variado y disfruta mucho creando logos (los fulerenos parecen uno). Lo último que ha hecho son las ilustraciones de un cuento para niños, con lápiz y tinta.
“Mis artistas favoritos suelen ser personas que conozco”, comenta. “El escultor, pintor y litógrafo alemán Paul Wonderlich es uno de ellos y su mujer, la fotógrafa Karin Székessy”, asegura. Le encantan los pósters de San Francisco de Michael Swab, el artista pop Ronald B. Kitaj cuya muerte hace pocos años lamenta. El escultor Allen Jones y el completo y colorido David Hockney son también sus favoritos.
Esta ilustración (abajo) es uno de los trabajo de Kroto que más me gustan. Es la portada de Arrows, una revista semestral sobre arte que editaba en los sesenta en la universidad. Me gusta porque parece una portada de un disco punk y la actitud descarada de Kroto lo es.
Lo demostró en la reunión desabrochándose su característica camisa color salmón al más puro estilo del superhéroe que quiso ser de niño para mostrar lo que tenía escondido bajo ella: “Mi sociedad secreta”, una camiseta del árbol filogenético de la evolución. O corrigiendo con rotulador rojo su nombre del cartel de la mesa redonda en la que estaba participando. “Es Harold, no Harald”, dijo con su media sonrisa. Y remató diciendo: “Hay que hacer las cosas bien”, refiriéndose a la ciencia.
Y sobre todo lo demostró con frases como esta: “Si logras hacer creer a la gente que están pensando, te adoran, pero si les haces pensar de verdad, te odian”. O sentándose al final de la sala de conferencias con su portátil y su sombrero marrón a lo Indiana Jones sobre la mesa y aplaudiendo el primero los momentos brillantes de sus colegas, arrastrando con su sonrisa carismática al resto del auditorio a hacerlo. Kroto no hay duda ninguna, contagia su entusiasmo.
Asegura que cuando termine con los proyectos de divulgación que tiene entre manos se dedicará a ser diseñador gráfico. “Los hay que a los 70 años comenzaron una carrera de éxito”, dice incisivo mientras arquea las cejas.
Me ha parecido de lo mas interesante.¡que suerte tener buenos profesores¡aunque los genios yao creo que nacen, no se hacen.Un saludo Ameríca.
Yo a usted la adoro señorita Valenzuela y me hace pensar en verdad!
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